"Nada me sale bien", "soy muy tonto para hacer esto", "soy el peor", "no puedo hacerlo", "todos me odian", "soy aburrido"... estas frases, junto con acciones que acompañan el verbo de derrota, pueden ser algunas de las expresiones que los niños pueden emplear cuando usan un autodiscurso negativo.
Como resultado, muchas veces los padres intentamos a toda marcha poner freno a este tipo de verbalizaciones y ofrecer algunas frases de seguridad que les lleven a ver que lo que piensan está mal. Desafortunadamente, sus expresiones, están asociadas a sus emociones, de modo que más allá de recordarles lo maravillosos que sabemos que son, nuestra ayuda, que busca calmar estas expresiones, puede llevarles a reaccionar para asegurar lo que sientes o a callar, para ocultar lo que sienten. Tratar de arreglar las cosas, puede en estas situaciones dar menos resultado que conectar con nuestros hijos.
Empecemos por conectar, de dónde pueden surgir estos autodiscursos negativos, pues una parte, tal y como te lo imaginas, tiene que ver directamente con los mensajes de autoconsciencia que el niño ha construido desde su primera infancia, los mismos han sido recibidos de las interacciones, positivas, negativas o neutras que se han establecido con sus figuras de apego principal y que tienen impacto directo en su autoconcepto, autoestima y autoeficacia.
Por otro lado, los niños a partir de los 6 años comienzan a experimentar emociones autorreflexivas (empatía, envidia, turbación...) y autovalorativas (orgullo, culpa, vergüenza...) que surgen de la interacción social del niño con el entorno, historial de éxitos y fracasos, relación con etáreos y otros adultos significantes. Ejemplo de estas interacciones son: opiniones de los docentes y compañeros, indicadores externos de calidad o bienestar, patrones sociales esperados.
¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos en la gestión de estas emociones que le llevan a autodiscursos negativos? Te damos 3 caminos puntales que puedes poner en marcha de manera inicial para alcanzar resultados.
•Tome el tiempo para evaluar los mensajes que ha dado a sus hijos y los resultados de estos sobre su autoconsciencia y busque modos más cercanos de conexión, basados en el respeto y reconocimiento del otro. Recuerda que al crear un ambiente de acompañamiento y apoyo, podemos ayudar a nuestros hijos a gestionar sus situaciones emocionales abrumadoras y que les resulten complejas. Recuerda también que el modo como trabajamos la frustración en casa, el valor que le damos a la perseverancia, el estímulo que damos a la independencia juegan papeles importantes en la autoestima, autovaloración y autoeficacia de nuestros hijos.
•Sea empático con lo que vive su hijo, de modo que en lugar de tratar de llevarle a pensar de otro modo, trate de conectarse con la emoción que subyace al mensaje y valide la misma. Ejemplo; "se ve que es una tarea difícil", "se que te está tomando más tiempo de lo que esperabas", "entiendo que lo que vives puede ser frustrante". Tómese el tiempo para ser curioso y explorar el punto de origen o la necesidad que subyace a la emoción, "¿te pasa lo mismo con todas las tareas, a qué podría deberse?. Utilice estas validaciones y causales encontrados para crear frases edificadoras: "recuerda que se trata de que estás trabajando muy duro para lograr esta tarea, y es importante valorar eso", o "recuerda que es válido sentirse frustrado por una tarea, eso no mide quién eres", "que algo nos cueste significa que tenemos que dar más, no que somos menos".
•Ayuda a tu hijo a validar la información que maneja con ejemplos reales, esto en especial cuando la emoción haya fluido. Toma un espacio para recordarle lo vivido y construir nuevos mapas para solucionar situaciones similares, recordándole situaciones o eventos similares exitosos.
Si requiere apoyo con estas y otras situaciones asociadas a la gestión de las emociones, recuerde que en Mipsicomama contamos con un espacio de consultas OnLine, puede solicitar información a través de info@mipsicomama.com
Comments