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  • Foto del escritorRosmary Sánchez Zavala

Control de esfínteres


Dejar el pañal es sin lugar a dudas uno de los momentos que marca parte del desarrollo evolutivo de nuestros hijos, este fenómeno que indica un grado de madurez e independencia incluye a su vez aspectos relacionados con la vida emocional y psíquica del niño al llevar impreso consigo la aceptación del cuerpo y control de sus funciones, autoestima, motivación y autonomía. De allí que el control de esfínteres incluya factores neurológicos, fisiológicos, psicológicos y emocionales que harán de este un proceso individual, que responde a las características personales de cada niño y su entorno. Bajo este esquema queda claro que la maduración neurológica y fisiológica puede estar encaminada, pero si la consolidación emocional y psíquica aún está niveles más atrás, el niño puede no mostrar avances en el proceso. De este modo:

  • Nuestro pequeño debe tener madurada la capacidad neuromuscular para contener el reflejo de micción o para contraer esfínteres. Permitiéndole al niño interpretar la señal de vejiga llena como alarma para ir al baño o resolver y vaciar los esfínteres cuando estos están llenos.

  • Por otro lado inicia la noción de permanencia del objeto, comienza a entender que aunque no ve algo no significa que esto deje de existir.

  • Así mismo, el organismo de nuestro hijo debe mostrar habilidades fisiológicas para permitirse contener y retener la orina y las heces.

  • En el área psicológica se espera que los niños posean mayor sensación de seguridad, menos angustias, más autonomía y necesidad de control de sus funciones y habilidades, así mismo el inicio de la interdependencia y que estén empezando a ganar terrenos en la autorregulación hará que el control de esfínteres sea un complemento en la ganancia emocional del niño. Así mismo un contexto que favorezca el desarrollo de la salud emocional y psíquica facilitará los alcances en el control de esfínteres.

  • Las emociones positivas, la libertad en las manifestaciones emocionales y el apoyo afectivo, un ambiente libre de amenazas proporcionará el terreno idóneo para la consolidación del control de esfínteres.

Tomando en consideración estos aspectos, es entendible que el control de esfínteres es un proceso de alcances paulatinos y que para su consolidación respetuosa y positiva muchos campos se deben ir abordando y cubriendo, de allí que puede ser un proceso que inicia a los 2 y se consolida a los 7 u 8 años. De ese modo, no basta con avisar que me hice pipí, hay muchos más elementos que subyacentes en el alcance de este hito evolutivo.

Con esto en mente, queda claro que el proceso de dejar los pañales tiene un inicio, este inicio está marcado por el deseo del niño o la maduración para alcanzar cierto grado de autonomía, entendido de este modo, nuestro rol como padres es acompañar el proceso natural del niño y respetar los fenómenos que se den en este.

Nuestro hijo está preparado para dejar el pañal cuando:

  • Logra mantener su pañal seco.

  • Se queja del pañal e intenta quitárselo la mayor parte del tiempo.

  • Puede retener el pipí o el popo.

  • Manifiesta que tiene ganas de hacer pipí o popo.

  • Solicita ir al baño para hacer pipí o popo y logra efectivamente hacerlo en el inodoro como los adultos o mayores.

  • Manifiesta bienestar emocional por el hecho de hacer pipí o popo en el baño.

Para ayudar a tu hijo con la consolidación del hábito, más allá de establecer una rutina y condicionarle al proceso:

  • Se siempre positivo durante las repeticiones y optimista y constante con tu hijo.

  • Recuerda que como todo aprendizaje caben espacios de error y los mismos los tienes que interpretar cómo oportunidades para cambiar y mejorar.

  • Es importante ser muy respetuosos con nuestros hijos y recordar que el control de esfínteres no solo es aprender a hacer pipí y popo en el baño, sino que también lleva impreso la aceptación de su cuerpo, alcances en la autoestima e interdependecia y que su logro les brinda seguridad.

Por ende es importante que estemos preparados pues mucho de nuestro rol se basará en vigilar a nuestro hijo conociendo los signos de urgencia, de que puede estar intentando controlar esfínteres para así acompañar su proceso, además es vital entender que este proceso necesitará paciencia y apoyo, así como que confiamos en nuestro hijo y en lo que logrará, para ello resulta imprescindible que estemos seguros que nuestro hijo está listo para emprender este camino, para ello es aconsejable hablar con el sobre lo que sucederá y hacerle conocer lo que esperamos y escuchar lo que pueda decir sobre el proceso. Finalmente felicitemos sus progresos, celebremos junto a el sus logros y ayudemos si hay pausas o retrasos en el proceso.

El control de esfínteres como proceso no necesariamente supone un cambio en el hábito del niño de manera inmediata. Hay algunos fenómenos relacionados con el entorno que pudiesen dificultar el proceso de control de esfínteres:

  • Presión excesiva sobre el niño para lograr el control de esfínteres.

  • Estrés en el manejo del control de esfínteres, obligando y forzando a su alcance aunque no se esté listo para ello.

  • Un ambiente estresante y un clima de tensión asociado al control de esfínteres.

  • Comparaciones, verbalizaciones negativas, etiquetas relacionadas con las micciones o deposiciones del niño.

  • Castigo físico o verbal cuando hay micciones o deposiciones involuntarias.

  • Un entorno vital tenso, conflictivo y problemático.

Así mismo, existen situaciones vitales que pudiesen dificultar el alcance de este hito evolutivo en un momento determinado:

  • Cambios en la vida del niño, de rutinas, de ambiente, entre otras condiciones que demanden periodos de adaptación.

  • Situaciones estresantes en el entorno vital del niño: divorcio o separaciones, muertes, mudanzas, nacimiento de un hermano.

  • Conflictos en el entorno escolar.

  • Conflictos en el entorno familiar.

  • Estrés post traumático.

Aunado a estos fenómenos pudiese suceder que aunque le recordamos de manera regular para que vaya al baño aunque no tenga ganas, le privamos de beber muchos líquidos en especial a determinadas horas y aún así, siempre tenemos que estar preparados con una o varias prendas de vestir por si se hace pipí en un sitio público, produciendo además en el niño molestia y vergüenza por no poder retener el pipí. Esto pudiese deberse a que estamos frente a un trastorno común denominado enuresis, que afecta al 20% de los niños.

La enuresis diurna está provocada por la falta de madurez del niño para consolidar el control de esfínteres, puede deberse a que la vejiga no ha aprendido a acumular toda la orina que el niño genera, haciendo que sus paredes al notar que se está llenando activen el reflejo de micciín de manera automática liberando el orine de forma espontánea. Entre otros aspectos a consideras como disparadores de esta condición están:

  • Posibles enfermedades de la vejiga o infecciones de orina.

  • Presencia de carencias afectivas o falta de seguridad emocional.

  • Algunos niños pueden dar pie a este trastorno como forma inconsciente de resolver la falta de atención de sus padres.

  • Posibles conflictos emocionales que viva el niño asociados a la angustia y ansiedad.

  • Así mismo la enuresis puede aparecer como respuesta del inconsciente para expresar algún malestar emocional como ser víctima de abusos.

Como notan, el proceso de control de esfínteres incluye varios elementos que como padres debemos considerar antes de intentar ejercer el control de algo que le pertenece al niño y a su proceso madurativo, el respeto es la clave y el acompañamiento el modo más claro de ejercer este proceso. Por ello la invitación a dejar de lado las presiones y las comparaciones, al final cada niño tiene su tiempo y maneja sus ritmos.

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