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  • Foto del escritorRosmary Sánchez Zavala

Mi hijo está malhumorado


Hace unos días recibía a un papá en #consultaonline preocupado por su hijo de 6 años quien parece siempre estar malhumorado, se queja y protesta, todo lo que se le dice lo responde con un gruñido o una mueca de desagrado, un grito o un gemido de hastío, incluso pareciese - según lo que comenta este papá- que nada le hace feliz.

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Una de las cosas que elaboraba con este papá es que nuestras expectativas de la infancia, a veces nos hacen pensar que los niños “deberían” estar constantemente en un estado de felicidad inagotable e inquebrantable, donde las emociones abrumadoras y sus expresiones no son comprendidas, y hasta en muchos casos permitidas. La realidad es que el abanico emocional está presente a lo largo de la vida y que la infancia no está exenta de estas tensiones emocionales, es más me atrevería a decir que en la infancia, la vulnerabilidad emocional está aún más presente que en la edad adulta, por la inmadurez propia para gestionar las tensiones que pueden derivar de las emociones abrumadoras. Pero ¿qué lleva a nuestros hijos a sostener por mucho tiempo este mal humor?.

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  1. Falta de conexión: la lectura de no disponibilidad, presencia, y respuesta que hacen los niños sobre los adultos significativos, les puede conducir a este estado de emocionalidad abrumadora constante. Papás que no están, que pasan poco tiempo con los hijos o que no atienden emocionalmente, también aquellos que no responden a las necesidades físicas, emocionales y de seguridad de sus hijos, o que se muestran malhumorados, rígidos o poco disponibles para ellos pueden producir estos estados emocionales displacenteros.

  2. Percepción de rigidez o exceso de presión: estar en un ambiente de poca flexibilidad, autoritarios y punitivos, viviendo situaciones de cambio o de estrés, expuestos a constantes llamadas de atención, así como las presiones derivadas de las demandas externas (seguir reglas, hacer amigos, responder de manera social, etc), u horarios cargados sin espacio para el juego libre, incluso vivir experiencias poco motivadoras, pueden hacerles sentir amenazados emocionalmente, lo que dispone en el mal humor un modo de defensa contra eso que vive a nivel externo.

  3. Un sistema límbico no listo para la descarga: a veces el niño no está listo para descargar emocionalmente la tensión que siente, quizá se deba a que no hay una lectura de seguridad para responder, o una promesa a ser contenido o acompañado, o a que ha aprendido a reprimir la necesidad de salida y le cuesta reconocer las emociones emergentes. Entonces le cuesta soltar la emoción abrumadora y en su lugar muestra una dosis que puede manejar de displacer y protesta.

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Algunas recomendaciones iniciales que puedes trabajar desde casas son:

  • Reconecta con tu hijo a través del juego “rudo o acelerado”, ejemplo: las escondidas, juegos de lucha con almohadas o juegos de poder. Manteniendo una actitud de aceptación y seguridad que ayude a sus hijos a sentirse conectados y cercanos. Incluso permita ser dirigido, que el niño gane, que en el juego se grite, o que se dé un espacio a no seguir las reglas, esto aumenta la sensación de éxito del niño mientras le ayuda a sentir que es validado y amado.

  • Evalúe las rutinas, las dinámicas y mensajes que se dan en el hogar, incluso verifique qué conductas está modelando en el niño o qué expectativas emocionales tiene sobre este. Estas valoraciones conducen a profundas invitaciones de cambio en usted y su familia

  • Si nota que existen algunas otras situaciones como agresiones, autoagresiones, pensamientos reiterativos negativos, llanto constante y si nota que hay interferencia en el desarrollo natural del niño contacte a un especialista, si requiere acompañamiento para manejar esta y otras situaciones asociadas a la gestión de las conductas en sus hijos en mipsicomama contamos con un espacio de consultas online, solicite información a través de info@mipsicomama.com

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