La frase "mi hijo pega” y sus posibles combinaciones o etiquetas son de las más comunes en el espacio de consulta. En este post, explicaremos las causas que van más allá del "modelo aprendido” a fin de conectarnos con la experiencia de nuestros hijos y plantearemos algunas estrategias para prevenir su ocurrencia o intervenir en medio de la situación, sea tu hijo quien pegue o quien recibe el golpe/manotazo.
Partamos por decir que es completamente normal que un niño de entre 0 y 4 años pegue y que esta situación merece una gestión adecuada para minimizar su aparición o extinguirla. Las razones por la que los niños recurren a esta respuesta corporal tienen como origen lo básico de sus habilidades sociales (nivel esperado para su edad) convirtiendo la interacción con sus pares de edad en un espacio estresante o frustrante. De este modo, defender su propiedad, marcar su territorio, iniciar una interacción o inclusive desahogar la tensión producto de la frustración son las causas fundamentales de este tipo de respuesta conductual. Claramente, un niño que ve respuestas de este tipo (violentas y/o agresivas) en el hogar y que las siente validadas como mecanismos de solución, tenderá a resolver con mayor frecuencia sus conflictos haciendo uso de estos recursos, bajo este principio y como siempre lo planteo:
"Hacer lo que digo y no lo que hago, no dará resultado”.
Con estos planteamientos en mente, podemos comprender que la respuesta de descarga física lejos de tener una connotación agresiva, es un modo de respuesta natural que el niño ha encontrado para librar una tensión emocional asociada a la frustración, necesidad de protección o estrés en el manejo de las relaciones sociales.
Opciones para minimizar la situación de "pegar”:
Sea usted ejemplo en el manejo de las interacciones. Evite el castigo físico y las respuestas violentas o agresivas en el entorno del niño.
Parta de preguntarse: ¿Qué generó la descarga emocional?, cuál es la frecuencia con la que sucede?, desde cuándo lo hace?, hay algo que esté disparando la respuesta?, hay algún cambio en la vida del niño?.
Guíe a su hijo en las interacciones sociales, acompáñele en la adquisición de competencias para el trato de iguales, menores y mayores, fortalezca sus habilidades sociales y confianza.
Cuando se suscite la situación de pegar gestione de manera oportuna, evite buscar culpables o cobrar justicia por lo sucedido, estas acciones y acusar al niño pueden generarle mayor frustración empeorando la situación. Por el contrario, tome una frase código que puede aplicar en estas situaciones como "Evitemos hacernos daño”, "Respira”; aproveche la oportunidad para preguntar lo sucedido y plasmar ideas alternativas para manejar el conflicto. Es vital que al separar a los niños no busquemos tomar parcialidad, nuestro ideal es acompañar a nuestros hijos en el alcance de competencias que le permitan solucionar, por ende podemos partir de reconocerle que "estaba muy molesto", y luego de escuchar la situación pedirle que se plantee alternativas de solución del conflicto, al finalizar, en lugar de pedirle que de una disculpa solicítele que le pregunte al otro: ¿cómo se siente y en qué puede ayudarle?, de este modo fortalecemos su empatía y asertividad. Recuerde que puede validar la emoción y limitar el comportamiento: "Entiendo que estás molesto, pero no está bien pegar, o -no puedo permitir que pegues-"
En caso de que sea nuestro hijo quién recibe el golpe, evitemos sugerirle el "devolverlo” o "pagar con la misma moneda”, es vital no ser promotores de violencia, pues daremos un mensaje equivocado. Por el contrario, aprovechemos estas oportunidades para brindarle herramientas de gestión de conflicto, empatía y comprensión, así como es necesario que nuestra intervención se sienta, para transmitirle apoyo y seguridad a nuestro hijo, al mismo tiempo que le enseñamos que el agresor no queda impune. Enseñarle a usar el dialogo y la retirada es clave en estos casos, usar frases que tu hijo puede repetir como "no se pega” le transmite modo de solventar conflictos de forma mas cónsona a su edad. Otros modos de apoyar a nuestro hijo en estas situaciones es ayudarle a sentirse cómodo pidiendo ayuda, manifestando su desacuerdo o molestia gestionando de ese modo el conflicto sin violencia pero con contundencia.
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