En una #consultaonline una madre me referían algunos comportamientos de su hijo relacionados con el modo como este se relaciona con el entorno y una duda que se presentaba era si ¿era lo mismo hablar de timidez que de introversión?. En este post te planteo algunas de las reflexiones que construimos en torno a estos dos constructos.
La introversión está considerada dentro de la psicología como un rasgo de personalidad, no tiene ninguna carga positiva o negativa. Es simplemente un rasgo que identifica a quienes predominantemente disfrutan o eligen estar y compartir con grupos reducidos de personas o que hasta prefieren la soledad. Una persona introvertida elegirá permanecer en espacios de interacción con aquellos que compartan sus gustos y en su mayoría seleccionará actividades donde exista menor carga de estímulos provenientes del entorno, esto con el fin de mantener un nivel óptimo de procesamiento de la información que recibe.
La introversión no implica dificultades en el manejo de las habilidades sociales, o ansiedad frente a la posibilidad de experimentar alguna situación que implique desenvolvimiento y aunque un niño muestre reserva social inicial (es decir no se acerque a otros niños o adultos para establecer el contacto social primario, ejemplo saludar de entrada, presentarse sin conocer, entablar una conversación con alguien a quien no conoce) estas reservas lejos de tener punto de origen el la ansiedad o la percepción de pocas habilidades sociales, se basan en que el niño primero observará su entorno, evaluará a quienes se encuentran en el y definirá modos de acercamiento que protejan su espacio personal. Obviamente, mientras más pequeños sean los niños y menos destrezas sociales manejen (producto de la madurez, más no de la falta de recursos) más reservados podrán mostrarse a las interacciones iniciales, pudiendo marcar distancia, o retraerse frente a la figura de apego o protección. Sin embargo, si se les brinda tiempo y espacio, los padres notarán como el desenvolvimiento llega sin necesidad de ser presionados o motivados (de manera externa) para ello.
Una vez el niño introvertido se siente seguro para relacionarse de manera independiente con otros niños o adultos, menos requerirá de la presencia de los padres o reguladores externos, de este modo, su temperamento natural le llevará a mostrarse tal cual es frente a estas nuevas relaciones que acaba de adquirir. Es por ello que al presionarlos para que hagan aquello para lo que no se sienten preparados, podrá forzarles a poner en marcha mecanismos adaptativos que menoscaban su integridad, modifican su autoconcepto y minimicen su autoestima.
Por su parte el niño tímido interioriza aquello que percibe como un problema o una dificultad y reacciona con temor, miedo y ansiedad frente a las situaciones que demandan de el cualquier comportamiento o respuesta. De este modo, el retraimiento social lejos de tener que ver con una elección o preferencia, para un niño tímido, surge como respuesta protectora o mecanismo de defensa ante el miedo o la ansiedad que le producen los contactos sociales, sobre la base de una percepción minimizada de sí mismo y sus habilidades sociales para hacer frente a estas situaciones.
La carencia de conductas interactivas lleva al niño a desarrollar pasividad y aislamiento social. Mientras, la inseguridad refuerza la evitación y la falta de estímulo social se van convirtiendo en el terreno idóneo para que las habilidades sociales no se consoliden, por lo que la sensación de autocontrol disminuye y la posibilidad de experimentar situaciones sociales exitosas merman.
Es por ello que un niño tímido presentará conductas de ansiedad o temor anticipatorias (algunas basadas en ideas irracionales) frente a la posibilidad del contacto social con otros, así como se percibirá inferior, subestimando sus habilidades para poder hacer frente a los contactos con otros o a las situaciones que demanden interacción.
¿Puede un niño introvertido ser un niño tímido?
Claramente, un niño introvertido presenta las mismas posibilidades de ser tímido como un niño extrovertido, la diferencia es que mientras uno puede tomar como base el retraimiento social, el otro mostrará su ansiedad frente a los contactos o interacciones sociales desde la irritabilidad, nerviosismo o algunas conductas acting out.
¿Cuál es nuestro rol como padres para evitar la consolidación de la timidez en el niño?
El rol más importante que tenemos es el de ofertar y posibilitar las interacciones sociales. De este modo, no se trata de forzar al niño para llevar a cabo comportamientos sociales para los que no este preparado, sino abrir espacios para que este determine el grado y el modo como llevará a cabo esta interacción. En especial si acompañamos este trabajo con la creación de puentes de conexión emocional que le permitan al niño validarse, identificar las emociones displacenteras y gestionarlas de la manera más positiva posible.
Mientras mayor seguridad personal experimente el niño, más confiado se sentirá en medio de sus interacciones sociales. Es por ello que como padres necesitamos prestar especial atención a los meta mensajes que damos, evitar la comparación, la presión, la sobre exigencia, a fin de permitir que el niño desarrollo competencias sociales acorde a su edad, a su ritmo y desde la seguridad personal, no como patrón social impuesto.
Hay que acompañar de manera gradual y progresiva a que el niño vaya ganando madurez en las habilidades sociales, así como fortalece su autoconcepto y aumenta su autoestima, esto desde la presencia y la influencia constante, a fin de que el apego consolide en el niño la sensación de valía y conexión emocional que le permita aumentar las conductas de interacción con otros o la exposición a situaciones sociales, sin que esto sea entendido como que el niño elegirá necesariamente ser amigo de grandes grupos, o dar los primeros pasos en las interacciones sociales con los otros.
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